viernes, 19 de octubre de 2012

¿Por qué Bailo?

No hay duda de que Puerto Rico es un lugar lleno de ritmo y sabor.  En cada rincón donde uno llega se escucha el sonido de alguna melodía, canción o ritmo que nos lleva a cantar, tararear, mover nuestro esqueleto o todo a la vez.  Llevamos tanto ritmo en nuestro vivir social que hasta en los paros o huelgas, el acompañamiento musical es uno de los elementos claves durante los mismos. 

Nuestra influencia musical no se ha limitado únicamente a los ritmos autóctonos.  Los boricuas también hemos sido exitosos con algunos de los ritmos más conocidos de nuestro entorno caribeño.  Así ocurrió con el merengue dominicano cuando en un momento los dos exponentes más exitosos del mismo eran Olga Tañón y Elvis Crespo.  Hay otros ritmos como el reggaetón que han sido dominados casi totalmente por boricuas.  Grupos como Cultura Profética exponen sus mensajes usando principalmente el reggae jamaiquino.  Y ni hablar de nuestra bomba y plena cuyos ritmos con instrumentos a base de cuero le mueven los pies incluso a los que alegan tener dos pies izquierdos. 

Fue en este ambiente social musical en el que nacemos y nos desarrollamos como individuos en nuestro querido Puerto Rico, que en una ocasión recibí de una compañera mexicana de trabajo durante una visita de ella a Puerto Rico la pregunta que me dejó saber que algo en mí no estaba del todo desarrollado.  Su pregunta fue “sencilla”: ¿Y tú bailas salsa?
Ciertamente la pregunta no era tan sencilla como parecía.  Primero, porque al decir “y tú” ya implicaba lo que me confirmó casi instantáneamente, llevaba varios intentos tratando de bailar salsa con alguien.  Segundo, porque antes de que le contestara me disparó la siguiente: ¿Qué pasa con los boricuas que yo pensaba que todos bailaban salsa de nacimiento?  Tercero, aunque logré salvar la situación y mantener la honra boricua con una salsa simple de pasos pa’lante y pa’tras, una vueltita sencilla a la derecha y un par de pasos libres, supe que era mucho el tramo por recorrer para poderme denominar como bailador de salsa.
 
Ese evento lo tuve marcado en mi mente por mucho tiempo hasta que finalmente decidí confrontar esa deficiencia.  Aunque parezca exagerado, el no sentirme bailador de salsa no me hacía sentir 100% boricua.  ¿Cómo era posible que teniendo a casi la totalidad de los grandes exponentes de la salsa corriendo su música por mis venas desde siempre, no bailara más allá de un pa’lante y pa’tras?  Bastó con una búsqueda en Google y dar con el concepto que cambió literalmente mi vida hace ya poco más de un año y medio: Cambio en Clave.
Este proyecto social liderado por Rafa Cancel y cuya historia puedes leer en www.aprendesalsa.com hizo en mí lo que ya ha hecho en más de 10,000 personas, un nuevo despertar social.  Todo comenzó en la misma primera clase que en aquella ocasión se tomaba en Punto Fijo, en el Centro de Bellas Artes de Santurce.  Mi clase era los lunes y desde entonces, es uno de mis días favoritos de la semana. 
Estar en una clase bailando salsa con sobre 100 damas, era suficiente motivo como para llegar cada lunes a las clases.  Como todo buen proyecto, llevado con cariño, respeto y dedicación, no era de sorprender que el mismo seguiría evolucionando.  Hoy las clases son en el atrio del Coliseo de Puerto Rico, nuestro Choliseo.  Cada lunes, martes y miércoles cientos de personas se unen por casi dos horas a recibir algo más que una clase de salsa.  Allí se está construyendo un nuevo Puerto Rico donde se rompen todas las barreras que nos separan como sociedad.  Unidos bajo la idea de aprender a bailar salsa, encuentras gente de todas las clases sociales, edades, creencias religiosas y políticas, profesiones, intereses y demás elementos que no necesariamente suelen unir a las sociedades. 

Durante las clases se fomenta preguntarle el nombre a la persona con la que estás bailando en ese momento.  En cuestión de minutos esa pareja “rotará” para moverse a bailar con la siguiente y se volverá a repetir el “pregunta nombre” una y otra vez.  Así en una noche se puede bailar con decenas de personas a las cuales les habrás al menos preguntado el nombre y agarrado la mano.  Esos dos elementos que parecen obvios y sencillos, son la semilla para una nueva sociedad.  Gente que se conocerán primero por cómo se llaman, se mueven, se disfrutan la música y se viven el ritmo antes de conocerse por todo lo demás.  Igualmente el elemento de contacto es sumamente importante en una sociedad que parece dividirse incluso por las cosas que debieran unirnos.

El cambio social que está logrando Cambio en Clave además redunda en otros elementos que socialmente no pensábamos que serían aceptados.  Cientos de personas deseosas porque llegue el lunes, el martes o el miércoles en la noche.  Esas mismas personas luego arropan la zona cercana a la bancaria los lunes y martes y la ciudad amurallada la noche del miércoles para encontrarse en lugares a practicar, salsear, compartir y divertirse como pueblo.  Ese mismo ritual se repite cada noche de los otros días de la semana en Río Piedras, Guaynabo, Santurce, Isla Verde, Piñones, el Viejo San Juan y en algunas otras zonas principalmente del área metro de San Juan. 
Es gente diversa que va formando un nuevo Puerto Rico social que no se basa en quién eres por lo que posees, sino en quién eres por lo que me brindas como persona.  Una nueva sociedad donde el médico baila con la universitaria, el retirado con la profesora, el banquero con la abogada, el desempleado con la directora de Recursos Humanos, el ateo con la cristiana, el capitalista con la socialista, el pobre con la adinerada y así sucesivamente, emparejamientos que difícilmente se logran en otro proyecto.
¿Por qué bailo?  Bailo para sentirme más boricua que antes, para perder peso y para tener una mejor salud por medio del ejercicio aeróbico y cardiovascular que representa el baile.  Bailo porque por medio de la salsa y de todo lo aprendido en Cambio en Clave, ahora tengo decenas de amistades nuevas que hemos compartido e ido de rumbas por casi toda nuestra querida Isla.  Bailo porque sé que estamos sembrando una nueva sociedad dentro de la que se nos está muriendo.  La nueva sociedad de compartir entre todos sin importar nada, de extendernos la mano para bailar juntos, de abrazos sinceros por la alegría de encontrarnos en una rumba, de volver a literalmente tener “un pueblo que baile en las calles”.  Esa es la patria que le quiero dejar a mis hijos y todos nosotros lo estamos logrando…poco a poco, paso a paso, vuelta a vuelta.
En cada salsanga vamos sembrando la semilla del compartir social sano. Días bien especiales para sacar a pasear el sandungueo boricua full y dejar en cada paso una huella para una mejor sociedad. Ahora te pregunto, y tú, ¿bailas?  

Hay esperanza de un mejor Puerto Rico y por eso...Estamos Bien...Edu.

miércoles, 16 de mayo de 2012

¿Y tú qué has hecho?

Hace 10 meses publiqué mi primer escrito para mi Blog Estamos Bien.  En ese momento pensé que estaría escribiendo con una frecuencia de al menos un escrito cada mes.  Uno piensa que estando retirado con “tiempo para hacer todas las cosas que siempre quise hacer”, lograr esa meta iba a ser un paseo.  Entonces ¿dónde están los por lo menos 9 escritos que faltan? ¿Qué pasó que ni siquiera coloqué un escrito que al menos dijera “cerebro de vacaciones” o algo así?  ¿Por qué he tardado tanto (o tan poco según la perspectiva) para escribir el segundo escrito?  Las respuestas pueden ser muchas pero creo que la manera de resumirlo sin que suene a una excusa auto creíble es que durante los pasados meses he estado…¡Viviendo!

Vivimos nuestras vidas en una autopista de prisa e inmediatez.  Y al igual que casi todos los que andan sumergidos en ella, lo vemos como normal.  Así nos acostumbramos a ver el sol salir y esconderse cada día desde la ventana de la oficina, del salón, de la casa, leemos sobre eventos a los que no pudimos asistir, películas, conciertos, obras a las que deseamos ir, y no fuimos…nos lamentamos cada día en Facebook y después de recibir dos likes (a veces uno de nosotros mismos) nos convencemos de que así es la vida.
Así, sin darnos cuenta establecemos una rutina básica sobre la que montamos las pocas excepciones que nos vamos permitiendo.  Nos levantamos más o menos a la misma hora, cada mañana hacemos casi la misma rutina y así durante el día se va repitiendo un patrón al que le añadimos pequeñas modificaciones como en vez de almorzar en la oficina, hoy lo haremos afuera (o vice-versa), en vez de ir directamente a la casa, paramos en algún happy hour…y también justificamos la rutina porque después de todo no podemos cambiarlo (eso nos creemos).
Mencionaba que vamos “viviendo” la vida de prisa e inmediatez como si tuviéramos que hacerlo y saberlo todo ahora, primero que nadie…como si eso nos diera puntos en el juego de la vida.  Pero una vez tienes la oportunidad que he tenido de hacer una pausa y salir de esa autopista, todo lo que ves es un mundo de gente en una carrera por ver quién llega primero al hoyo por donde te irás a la próxima vida.  Solo basta hacernos una pregunta…¿por qué todo tiene que ser para ahora?  El día que comiences a dejar para mañana las cosas que no ameritan tanta inmediatez, tendrás más tiempo para vivir.
Decía que durante los pasados meses he estado viviendo…porque he podido como diría el poeta inglés, smell the roses.  Pude salir de la banca desde donde observaba todo ocurrir y ahora he logrado ser parte de esa historia que se nos presenta ante nuestros ojos.  Los que me conocen saben que unas clases de salsa que comencé a tomar hace un año y tres meses le dieron a mi vida un giro de 180 grados.  Volví a sentirme humano con la necesidad real de hablar frente a frente y no a través de un mensaje de texto o de un correo electrónico. 
Volví a conocer gente nueva en mi vida que no llegaban porque fueran los nuevos vecinos, los primos que casi no conocía, los nuevos compañeros de trabajo o toda esa gente que nos vemos forzados a integrar a nuestras vidas.  Esta vez he conocido gente que posiblemente de haber seguido en la burbuja que estaba no los hubiera conocido.  Gente de todas las edades, profesiones y visiones de vida posibles.  Hoy muchos de ellos son verdaderos amigos, de esos que te conocen por lo que eres y precisamente te quieren por lo que eres.  No de esos “amigos” que te quieren por lo que tienes y cuando no tienes, se alejan.  Volví a retomar el papel de papá pero agrandado, papá amigo, papá compañero, papá maestro.  He podido dar mucho de mí a otros para juntos y entre todos ir cambiando actitudes y nuestro entorno social.

El reencontrarte con todas esas cosas, tiene el efecto de llevar la vida a otro nivel y en otra dirección.  Uno se siente lleno de vida y con deseos de cada día conocer más gente, de poder dar lo mejor de uno a cada uno de ellos y de salir…a reencontrarte con ese joven bullanguero que vive dentro de uno, con esa vida que siempre estuvo ahí esperando por uno.
Ahora también llegó el tiempo de reencontrarme con mi blog y darle más cariño…escribirle sobre más cosas que en estos meses me han mantenido viviendo y lleno de alegría.  ¿Y tú que has hecho? …Por eso Estamos Bien…Edu.

domingo, 10 de julio de 2011

Siempre hay una primera vez

La vida nos es sino eslabones de primeras veces de todo algunas veces enlazadas con repeticiones y en otras primeras veces únicas.  Naces por primera y única vez, aunque hay gente que “clínicamente ha muerto” y en teoría vuelven a nacer.  Pero los mortales comunes nacemos una sola vez y no lo repetimos.  Esas primeras veces únicas las marcamos de alguna manera, pero usualmente las llevamos de por vida en nuestras mentes.  La más común es nuestra fecha de nacimiento, de nuestro primer y único nacimiento y lo hicimos un momento tan especial que celebramos cada año la fecha…al menos lo intentamos. 

Pero hay primeras veces que a pesar de ser únicas por ser las primeras, las seguiremos repitiendo a lo largo de la vida en más o menos frecuencia.  La primera vez que respiramos, que miramos, comimos,…la primera vez que acampamos, que nadamos, que hicimos un asado parrillero, que navegamos, que volamos, que viajamos, que nos dimos un trago, que fumamos lo que había… la primera vez que nos enchulamos, que nos enamoramos (que no necesariamente fue con la misma que nos enchulamos), que dimos un beso, que hicimos el amor, que prometimos la luna, que escribimos un poema, que regalamos una flor, que nos hicimos padres…

Cada una de las primeras veces importantes en nuestras vidas las llevamos anotadas en la mente porque anotarlas en un papel significa que alguien se entere de esas cosas que solo nos pertenecen a nosotros.  Y eso que son las primeras veces de las cosas buenas de la vida porque ni hablar de las primeras veces de las cosas que sí queremos olvidar y tampoco podemos borrarlas…la primera vez que nos dijeron NO,…no a ser mi novia, no a bailar contigo, no a ir al cine, no a lo que sea.  ¿Por qué los NO nos pegan a veces tanto? (Buen tema para otra entrada).  Pero volviendo a las primeras veces que quisiéramos borrar…la primera vez que nos orinamos encima, que nos vomitamos, que nos emborrachamos, que perdimos el control, que nos mandaron al carajo…mejor ni mencionarlas para que sigamos siendo menos imperfectos ante los ojos de los demás. 

Nunca me he considerado un amante de tener lo último de la avenida, o la tecnología más brutal tan pronto sale al mercado, porque al fin o al cabo siempre habrá una primera vez para todo y que mejor que otros pasen los malos ratos con la tecnología primero.  A pesar de eso, claro que tuve mi primer equipo de música, mi primer y hasta ahora único ipod, televisor digital, mi primera laptop propia (no de la compañía) y hasta con Blue Ray (aunque todavía no compro un DVD Blue Ray), mi primer celular Smartphone (no es un iPhone, pero sí un Samsung que brega). Al igual que ocurre con las primeras veces personales hay otras primeras veces tecnológicas que no las destacamos tanto porque no contribuyen a que nos vean como mejores personas.  Por ejemplo mi primer y único exprimidor de china automático (que no uso), mi primer y único extractor automático de frutas (que tampoco uso) y el que sí uso, mi primer y único triturador de papeles. 

Las primeras veces de asuntos personales no importa de cuál lado estén (de las inolvidables positivas o negativas) nos marcarán para siempre.  Por eso en cada comienzo voy marcando cada primera vez…la primera vez que nos texteamos, la primera vez que cenamos, la primera vez que nos amanecimos…porque aunque no seamos los primeros para otras cosas, cada nueva amistad, cada nuevo amor trae más primeras veces de nosotros con esa nueva persona.

De igual modo, cada primera vez de algo que siempre quisimos hacer por medio tecnológico también nos marca para siempre.  La primera grabación y el primer trabajo con equipo electrónico, la primera presentación con la computadora...

Hoy es otra primera vez, es la primera vez que tengo un Blog.  Un Blog para escribir todo lo que quiera sin la limitación de un Facebook, ni de un editor, ni de nada. 

Hoy es una de las pocas primeras veces que tengo algo tecnológico primero que muchos de mis amigos incluyendo a mi hijo.  Un Blog en la internet.  Y se siente bien.

A dos meses de haber cumplido cinco décadas de vida por primera vez, tengo este Blog, lo que demuestra que nunca es tarde si la dicha es buena.  Y así lo lea solo una persona, decenas o ninguna, no importa, porque ese fan mío que vive dentro de mí se lo va a gozar cada vez que lo lea y eso me hará más feliz.  Queda demostrado que…

…Siempre hay una primera vez y por eso Estamos Bien…Edu